Partimos
del telesilla de Panticosa y atravesamos todo el pueblo hasta llegar al cruce que indica hacia
Baños de Panticosa... Más tarde nos daremos cuenta de que hubiera sido más corto subir recto
al lado del río desde "nuestro" bonito
apartamento (en realidad somos usufructuarios, ya que la propietaria es una amiga muy generosa...).
Una vez en la carretera avanzamos en dirección a Baños y pasado el hostal Vicente y dejándolo a nuestra derecha, enseguida encontramos un camino de gravilla que sale a la izquierda. Esta pista asciende unos metros hasta una explotación ganadera donde las ovejas nos balan desesperadas, seguramente pidiendo auxilio. De hecho nunca he oído balar a las ovejas de esa manera cuando están pastando apaciblemente en el prado... Supongo que de ahí vendrá el refrán “Oveja que bala, bocado que pierde”.
En fin, volviendo al camino, seguimos ascendiendo por la pista que se estrecha y ya no tiene gravilla sino piedrolas más gordas. A la izquierda sale enseguida un camino más estrecho que se interna en un robredal. En este cruce el olor a orines es considerable, la razón está aún por investigar. Tomamos el camino que está marcado con dos puntos rojos y subimos entre robles y boj por un camino cómodo y mullido por la hojarasca. En la subida se atraviesa una cancela, o lo que es lo mismo, un somier viejo...
En este punto se pierde el camino y al entrar en el prado ascendemos unos metros por el pinar en dirección a un murete de piedra que seguimos hasta llegar a otra cancela. La atravesamos y tomamos el camino hacia la derecha. Muy pronto nos encontramos con unas vistas espectaculares del embalse de Búbal, la localidad de Puello y un paisaje de montañas nevadas al fondo de postal. El día está soleado aunque las montañas del fondo están coronadas por nubes.
Tras unas cuantas fotos, llegamos a un collado donde hay una bandera amarilla que no sabemos qué indica. En el centro, una roca desde donde las vistas también son inmejorables. El cuco no para de cantar, parece que este año tampoco nos vamos a hacer ricos, pues como es habitual no llevo ni un euro en la mochila.
Desde este punto se puede ver la pista que sube desde Lanuza, a orillas del embalse que lleva su nombre. Tomamos la pista hacia la derecha y zigzagueando llegamos al punto del track donde habíamos abandonado la pista para dirigirnos a Punta Cucuraza. Más tarde nos daremos cuenta de que el camino se hace más visible si sigues unos metros más adelante, donde la pista y el terreno llegan al mismo nivel y no hay que trepar.
En estos metros de pista hemos visto un pájaro carpintero muy vistoso que salió volando del camino a nuestro paso. El camino hasta la Punta es estrecho y transcurre entre pinos y rocas.
Al final hay un mirador desde donde se ve Panticosa y el embalse de Búbal. Este es un buen sitio para disfrutar de un merecido almuerzo y un trago de agua.
Dos águilas planean frente al mirador, parece que también andan en busca de almuerzo.
Volvemos sobre nuestro pasos y al llegar al lugar que he citado anteriormente, donde la pista y el sendero están al mismo nivel, a la derecha se ve como desciende el sendero de bajada, primero entre pinos, después por unos claros donde los jabalíes han hozada a sus anchas pues tienen toda la hierba escarbada en busca de alguna suculenta raíz.
Una vez en la carretera avanzamos en dirección a Baños y pasado el hostal Vicente y dejándolo a nuestra derecha, enseguida encontramos un camino de gravilla que sale a la izquierda. Esta pista asciende unos metros hasta una explotación ganadera donde las ovejas nos balan desesperadas, seguramente pidiendo auxilio. De hecho nunca he oído balar a las ovejas de esa manera cuando están pastando apaciblemente en el prado... Supongo que de ahí vendrá el refrán “Oveja que bala, bocado que pierde”.
En fin, volviendo al camino, seguimos ascendiendo por la pista que se estrecha y ya no tiene gravilla sino piedrolas más gordas. A la izquierda sale enseguida un camino más estrecho que se interna en un robredal. En este cruce el olor a orines es considerable, la razón está aún por investigar. Tomamos el camino que está marcado con dos puntos rojos y subimos entre robles y boj por un camino cómodo y mullido por la hojarasca. En la subida se atraviesa una cancela, o lo que es lo mismo, un somier viejo...
En este punto se pierde el camino y al entrar en el prado ascendemos unos metros por el pinar en dirección a un murete de piedra que seguimos hasta llegar a otra cancela. La atravesamos y tomamos el camino hacia la derecha. Muy pronto nos encontramos con unas vistas espectaculares del embalse de Búbal, la localidad de Puello y un paisaje de montañas nevadas al fondo de postal. El día está soleado aunque las montañas del fondo están coronadas por nubes.
Tras unas cuantas fotos, llegamos a un collado donde hay una bandera amarilla que no sabemos qué indica. En el centro, una roca desde donde las vistas también son inmejorables. El cuco no para de cantar, parece que este año tampoco nos vamos a hacer ricos, pues como es habitual no llevo ni un euro en la mochila.
Desde este punto se puede ver la pista que sube desde Lanuza, a orillas del embalse que lleva su nombre. Tomamos la pista hacia la derecha y zigzagueando llegamos al punto del track donde habíamos abandonado la pista para dirigirnos a Punta Cucuraza. Más tarde nos daremos cuenta de que el camino se hace más visible si sigues unos metros más adelante, donde la pista y el terreno llegan al mismo nivel y no hay que trepar.
En estos metros de pista hemos visto un pájaro carpintero muy vistoso que salió volando del camino a nuestro paso. El camino hasta la Punta es estrecho y transcurre entre pinos y rocas.
Al final hay un mirador desde donde se ve Panticosa y el embalse de Búbal. Este es un buen sitio para disfrutar de un merecido almuerzo y un trago de agua.
Dos águilas planean frente al mirador, parece que también andan en busca de almuerzo.
Volvemos sobre nuestro pasos y al llegar al lugar que he citado anteriormente, donde la pista y el sendero están al mismo nivel, a la derecha se ve como desciende el sendero de bajada, primero entre pinos, después por unos claros donde los jabalíes han hozada a sus anchas pues tienen toda la hierba escarbada en busca de alguna suculenta raíz.
Más tarde entramos en un hayedo, el camino está
marcado de nuevo con puntos rojos. Pasada una fuente (Fuente del Arrabal) y ya de nuevo en el robledal llegamos al punto
de intersección que nos lleva de nuevo a la parte del camino por la que
habíamos subido. Una excursión sencilla y para disfrutar de bonitas vistas.
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