Desde Morasverdes y por iniciativa de un grupo de vecinos y veraneantes (16) partimos a las 8:10 de la mañana en
coche hacia Mogarraz con la idea de recorrer el Camino del Agua. Al llegar a La
Alberca nos cruzamos con una romería de jóvenes (y menos jóvenes) en coche
pitando compulsivamente y nos preguntamos si vendrían de fiesta a esas horas.
Luego averiguamos que eran fiestas de Mogarraz y que el alboroto era parte de
una tradición del pueblo.
El Camino del Agua comienza a la entrada
del pueblo de Mogarraz, justo antes de la primera casa. Es difícil aparcar en
el pueblo en estas fechas veraniegas y por eso, tras aparcar los coches,
tenemos que retroceder para coger el camino. Empezamos bajando por un sendero
de hormigón, que teniendo en cuenta el tamaño de las hormigas por estas lindes,
os haréis a una idea de sus medidas. A pesar
de haber leído que el sonido del agua acompaña durante todo el recorrido,
nosotros no tuvimos muchas ocasiones para oirlo.
El camino de hormigón se torna en una senda en la que para atravesar pequeños, pequeñisimos arroyos, han puesto piedras o apoyos. El agua no fluye en verano, pero se adivina que en otras épocas menos secas las piedras y apoyos son necesarios. Pronto llegamos al primer monumento del recorrido, algo parecido a una jaula de loro vacia. Tomamos fotos. La ruta tiene distintas esculturas de varios autores que a continuación citamos:
El camino de hormigón se torna en una senda en la que para atravesar pequeños, pequeñisimos arroyos, han puesto piedras o apoyos. El agua no fluye en verano, pero se adivina que en otras épocas menos secas las piedras y apoyos son necesarios. Pronto llegamos al primer monumento del recorrido, algo parecido a una jaula de loro vacia. Tomamos fotos. La ruta tiene distintas esculturas de varios autores que a continuación citamos:
Pronto atravesamos el río del fondo del
valle y comenzamos a subir hacia Monforte. En ocasiones la ruta enlaza con la
carretera pero enseguida te lleva de nuevo a la senda. A medida que avanzamos
el grupo se va estirando, y en algún momento no sabíamos si iban por delante o
por detrás. En el recorrido se ven castaños, alisos, robles e incluso
eucaliptos. En la zona de Monforte también se ven viñas, cerezos y algún
manzano. Una vez en Monforte, bajamos de nuevo
hasta el río, donde de nuevo hay un puente.
En dicho puente el grupo se divide: unos optan por seguir el camino del agua original y otros por alargar un poco más el paseo por un desvío. Transcurridos unos metros nos damos cuenta de que posiblemente la opción corta sea más atractiva, ya que nosotros paseamos por una pista ancha sin demasiado interés. Los que optaron por seguir la ruta del agua llegaron a Mogarraz ascendiendo por el pueblo hacia la carretera principal; los demás llegamos por la parte alta del pueblo y enlazamos también con la carretera principal.
En dicho puente el grupo se divide: unos optan por seguir el camino del agua original y otros por alargar un poco más el paseo por un desvío. Transcurridos unos metros nos damos cuenta de que posiblemente la opción corta sea más atractiva, ya que nosotros paseamos por una pista ancha sin demasiado interés. Los que optaron por seguir la ruta del agua llegaron a Mogarraz ascendiendo por el pueblo hacia la carretera principal; los demás llegamos por la parte alta del pueblo y enlazamos también con la carretera principal.
Tras
juntarnos de nuevo todos y todas, Mogarraz nos sorprende no sólo por su
original idea de colocar retratos de los antiguos moradores de las casas, sino
porque son las fiestas del pueblo y una charanga nos acompaña hasta la plaza.
Allí nos enteramos de que los jóvenes del pueblo habían salido temprano con los coches a buscar a la ganadería los dos toros-novillos que se torearían a la tarde, y que estaban a punto de llegar para meter los animales en el corral de la plaza.
Allí mismo tomamos unas cañas para dar fin a la excursión, que parece ser que traerá otras consigo en las próximas semanas. Nosotros ya no estaremos para disfrutarlas pero dejamos en espera la Ruta de los Espejos y la Ruta de las Raíces.
Allí nos enteramos de que los jóvenes del pueblo habían salido temprano con los coches a buscar a la ganadería los dos toros-novillos que se torearían a la tarde, y que estaban a punto de llegar para meter los animales en el corral de la plaza.
Allí mismo tomamos unas cañas para dar fin a la excursión, que parece ser que traerá otras consigo en las próximas semanas. Nosotros ya no estaremos para disfrutarlas pero dejamos en espera la Ruta de los Espejos y la Ruta de las Raíces.
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