En esta edición la Zuia-bira 2015 ha ofrecido un menú de tres recorridos: rojo de 42 km. azul de 33 y verde de 24. No hace falta conocernos mucho para adivinar qué recorrido hemos elegido para nuestro grupo. Pues sí, el más corto. El domingo se preveía caluroso, más de treinta grados y sabiendo que el calor no es bueno para los bombones, evidentemente no podíamos arriesgarnos a estropearnos.
La Zuia-bira ha empezado en el bar Plaza (donde desapareció mi gorro, o mejor dicho, el gorro de mi vida), como es debido, con un cafetito mañanero a las 8:00 de la mañana. A las ocho y medía tras pasar por la adscripción y saludar a nuestros mayores contrincantes (esos habitantes de Guillerna) hemos salido felices y contentos.
El invierno ha sido perezoso y la primavera un poco astémica así que hacia tiempo que no nos calzábamos las botas. La primera parte, desde Murgia hasta el Parketxe, ha sido tranquila, veíamos como nos adelantaban sin ningún pudor. Enseguida ha comenzado el ascenso por el camino hacia las Burbonas...
Bajo la sombra de las hayas el paseo era agradable. En la primera Burbona, tras las fotos de rigor y la visita al aliviadero (o meódromo), seguimos el camino hasta el cruce de Garrastatxu, pero virando a la derecha por un claro donde el sol empieza a calentar.
Enseguida llegamos al primer control y avituallamiento, donde rellenamos el buche. Los habitantes de Guillerna están controlados, y aunque salen antes que nosotros, conseguimos alcanzarlos.
Pasamos por el puente de Arlobi y cabaña de pescadores, seguimos hasta Aldarro y comenzamos a pensar en la cuesta del Berretín, que aunque este año es más corta, no deja de ser insufrible: un cortafuegos sin ningún atractivo que hacia las 12 de la mañana no es el mejor plan que se me ocurre para esas horas. ¡Con lo bien que estaríamos en una terracita a la sombra tomando un refrigerio!
Pero ser miembro del club de los Mendigüeveros es lo que tiene, para poder comerte un buen par de huevos primero hay que sufrir; así esta escrito en los estatutos y así se te lo contamos. Al final de la cuesta tomamos hacia la derecha, estamos solos, no vemos a nadie. Entonces, aflora otra de nuestras cualidades indiscutibles (la inseguridad). ¿Nos habremos perdido? Marcas ya vemos, pero qué raro que no veamos a nadie... a ver si hemos cogido mal el camino y vamos al revés...
Todas las paranoias inimaginables que os vengan a la cabeza nos asaltan a nosotros. Al llegar a la confluencia con la bajada del recorrido largo vemos a lo lejos a los de Guillerna (¡otra vez!) que nos habían pasado... Bueno, algo normal si tenemos en cuenta que van dopados, con una sobredosis de bota...
Ya estamos llegando a Markina, por tanto cerca de la meta... Es la hora de que Jordi y Eduardo canten el himno del grupo: "es una lata el trabajar, todos los días tenerte que..." El calor hace estragos en el cerebro, y alguno se cree que es el ganador de la Zuia Bira.
Seguimos hacia Sarria y ya comenzamos a ver los huevos fritos más cerca. Entramos en la meta, los primeros después de los anteúltimos y nos obsequian con un litro de leche entera y un botellín de agua.
Ahora empieza la verdadera fiesta, con un par, ¿he dicho un par?, no, con dos docenas, una cocinilla de gas y unas txistorras nos instalamos en la plaza del pueblo para concluir la Zuia-bira con arreglo a nuestros estatutos, comiendo un par de huevos fritos con txistorra esta vez.
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