lunes, 18 de julio de 2016

Ibones de Bachimaña y Bramatuero

Habíamos llegado al refugio de Bachimaña a eso de las 12. Tras recuperar fuerzas a base de embutido y frutos secos, nos acomodarnos como es debido: sacos en las literas, botas, piolets y bastones en las taquillas...
La verdad es que en un refugio no hay mucho que hacer (es la mejor forma de no distraerse con nada y dedicarse a contemplar el entorno, que a la postre es el objetivo de estas escapadas...), por lo que una vez reposados decidimos hacer otra minietapa por los alrededores del refugio... Preparamos una mochila con lo imprescindible y comenzamos a zapatear por parte del camino que al día siguiente nos llevaría hasta el collado del Infierno.
Tras superar el embalse del refugio, llegamos al ibón superior de Bachimaña… ¡Espectacular! 
Al final del ibón, cruzamos el río por el paso de piedras que hay junto al poste de señales. Tomamos a la derecha para ascender unos metros por el camino del Puerto de Marcadau (o de Panticosa).
En cuestión de un centenar de metros, abandonamos el camino y tomamos una senda hacia la derecha que nos llevará a la presa del embalse de Bramatuero, no sin antes poner nuevamente a prueba nuestro equilibrio cruzando más barrancos. 
Tras merodear un rato y fotografiar algunas de las especies animales que habitan Bramatuero, iniciamos el regreso por la otra orilla del ibón de Bachimaña.

La senda comienza en un antiguo refugio ubicado a las orillas del ibón… Entramos para husmear un poco… Nada nuevo, tres colchones apolillados, unas botellas vacías y un par de taquillas cerradas a cal y canto…
Tras media hora de recorrido, nos dimos un buen baño... Bueno, en realidad nos mojamos un poco los pies y los sobacos...
Después nos encontramos con el premio de tener que superar un acantilado equipado con un cable… ¡y nosotros sin nuestro kit de ferrata!
Finalmente, ya en las inmediaciones del refugio, y tras habernos metido otros 450 m. de desnivel, nos acercamos a lo que creíamos que era un sumidero del embalse, aunque en realidad es una pequeña central hidroeléctrica instalada para cubrir las necesidades del refugio.

Una vez en el refugio, tocaba ducha, caña, candy crash y cena de rancho… Luego a la cama en compañía de dos americanos de Boston y de dos catalanes del valle de Nuria… En contra de todo pronóstico y desmintiendo el tópico, a la noche, ausencia de ronquidos y de flatulencias.


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