miércoles, 30 de marzo de 2016

Majaelrayo – Pico Ocejón

Después de tres días en Campillo de Ranas (Guadalajara) al fin podemos ver la cima del Pico Ocejón totalmente despejada desde nuestra habitación de la casa rural La Casa del Sol
Nos dirigimos a Majaelrayo, concretamente al alojamiento rural Las Cabezadas, desde donde parte el sendero. Nada más comenzar la ruta, sin salir del pueblo encontramos dos ocas y un ganso. Una de las ocas nos acosa y tenemos que defendernos con los bastones. La senda atraviesa el río por un puente de pizarra y empieza a ascender por un robledal. 
El ascenso es cómodo, no muy empinado y con un suelo arenoso sin apenas piedras. Encontramos una bifurcación donde se indica el camino a Campillo de Ranas (55 min). 
Seguimos ascendiendo por el bosque hasta el Collado de las Perdices donde pisamos nieve por primera vez en el recorrido. En vez de seguir la señalización y bajar al otro lado del collado, seguimos un rato por la cordal hacia el Ocejón. Más tarde descendemos hacia el fondo de la vaguada para seguir el camino "oficial" que transcurre por está. En ocasiones es difícil seguir el camino ya que está cubierto de nieve, así que seguimos las pisadas de los que han madrugado más que nosotros. 
Desde el fondo de la vaguada comenzamos a ascender por pizarras y enseguida llegamos a la cumbre (¡solo tardamos 2 h. 25 min., lo que significa rebajar en 20 m. el tiempo del cartel informativo!). 
En la cima, a 2048 m. sopla un viento helador y el día, aunque soleado, no está claro, por lo que solo se ven las montañas más cercanas de Guadarrama. A pesar de ello, las panorámicas son espectaculares (ver pano 1 y pano 2).

Tras unas frutas y una agradable charla con tres montañeros de Valverde (uno de ellos remero en la trainera de Pasaia), comenzamos el descenso por el mismo camino. 
Apenas a 200 metros del pueblo, encontramos un rebaño de cabras en el camino. Al apartarse para dejarnos paso nos aparece un mastín enorme que viene hacia nosotros... Sin levantar la vista ni hacer ningún movimiento brusco, pasamos a su lado conteniendo la respiración... Parece que hemos tenido suerte y decidimos celebrarlo en el bar El Contrabajo a base de bokata, cerveza y txupito de hierbas... 
Por lo visto en el pueblo también hay polémica por el tema de los perros... No parece muy prudente dejar campar a sus anchas y sin vigilancia a animales tan peligrosos... Como no es la primera vez que nos pasa, decidimos denunciar los hechos en los ayuntamientos de Campillo de Ranas y Majaelrayo... ¡A ver si hay suerte!


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lunes, 28 de marzo de 2016

Ruta de los pueblos negros I

Nuestro punto de partida es Campillo de Ranas, uno de los pueblos más representativos de la arquitectura negra, que se caracteriza por las construcciones a base de lajas de pizarra, adobe y madera. Las construcciones se camuflan en el paisaje de tonos parduscos oscuros.
Caminamos por la carretera en dirección a El Espinar hasta encontrar un cruce a la derecha que indica a Corralejo y Roblelacasa. Tomamos esa dirección y seguimos caminando hasta encontrar unas desvío a la izquierda que nos lleva a Roblelacasa otro de los pueblos negros. Llueve ligeramente y la pizarra toma un color aún más oscuro. Muchas de las casas parecen deshabitadas, aunque debido a la forma de construcción dan la sensación de construcción fuerte y que les cuesta deteriorarse. 
En la parte superior del pueblo continua una pista de tierra por la que seguimos nuestro recorrido.
Cuando la pista comienza a descender pronto se divisa el río Jarama. Ya estamos cerca de las cascadas del Aljibe, pero antes cruzamos el puente y ascendemos por una senda estrecha hasta otro pequeño pueblo abandonado que hoy en día está habitado por okupas. Matallana no tiene luz, ni caminos habilitados para llegar en vehículo. Sólo una casa parece habitada.
Volvemos sobre nuestros pasos hasta cruzar de nuevo el puente y seguimos las indicaciones hacia las pozas del AljibePara poder ver bien las pozas y Cascadas del Aljibe hay que atravesar el río, pero en estas fechas la única opción es hacer equilibrismo sobre dos troncos mojados con la ayuda de una cuerda de plástico toda deshilachada. 
Optamos por quitarnos las botas y atravesar el río descalzos un poco más arriba. Tras ver las cascadas volvemos al camino por donde hemos atravesado el río y comenzamos a ascender por una cuesta muy empinada que aproximadamente sube unos 300 m. en menos de medio kilómetro.
Seguimos por el camino ahora ya llaneando hasta llegar a El Espinar. Antes de descender al pueblo encontramos reses bravas en un cercado. El Espinar, otro de los pueblos negros, tiene más vida que el anterior. Muchas de las casas están rehabilitadas, aunque no encontramos ningún bar o restaurante para tomar un cafetito.

Tras abrir una cancela, entramos en un prado que atravesamos paralelos a la carretera, llegando de nuevo al cruce de Corralejo, nuestro punto de partida.



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sábado, 26 de marzo de 2016

Gorbeia desde las canteras de Murua | circular

Los pocos días en que las nubes están castigadas sin salir, podemos divisar prácticamente desde casa la cumbre del Gorbea. En invierno y primavera las probabilidades de verlo se reducen a unos pocos días, aunque es en estas épocas cuando luce un copete de nieve que lo hace más atractivo aún. Por ello, cada año esperamos a un día de estos para ascender a la cumbre. 
Este año, partimos del parking de las canteras aparcando junto a la caseta de información al lado de la carretera. En un principio queríamos partir del parking que hay tras atravesar el río en el parque de las canteras, pero este llevaba tanta agua que era imposible pasar con el coche como hemos hecho en otras ocasiones.Salimos por la pista más cercana a la caseta de madera. 
Ascendemos por la pista. Los riachuelos bajan alegres. Las hayas comienzan a brotar, aunque todavía lo más verde que se ve es el musgo. Al llegar al primer cruce cogemos a la izquierda, dirección Gorbea. La pista que dejamos a la derecha lleva a cueva de Mairulegorreta, otro paseo muy recomendable.
Subimos por la pista y la nieve aparece. Atravesamos un bosque de hayas con una pendiente que reta a la gravedad. La nieve dificulta el paso, está aguachada y se mezcla con el barro de la ladera. 
Al alcanzar la loma del bosque seguimos subiendo por la pista, que más bien es un regato, hasta llegar a Arroriano. Una vez allí, la cima juega al escondite entre las nubes que van y vienen como locas huyendo del viento. Ahora se ve la cruz, ahora no se ve. El viento es cada vez más fuerte y más frío. A pesar de que intentamos aprovechar la huella de los anteriores es inevitable hundirse de vez en cuando en la nieve.
A medida que nos acercamos a la última pendiente que lleva a la cima, el viento nos azota más y en ocasiones es difícil mantenerse en pie, incluso los bastones no son de mucha ayuda. Una vez en la cima, dos fotos y de nuevo a caminar, esta vez hacia abajo. 
Al llegar a la primera señalización de madera cogemos el camino de la derecha que nos lleva a las canteras por un camino distinto al que hemos utilizado para subir. Este camino tiene más nieve aunque pasado Pagazuri y siguiendo las huellas no es difícil seguirlo hasta llegar a otra señalización de madera donde cogemos a la izquierda hacia Murua. El camino de la derecha lleva a Zárate. Seguimos bajando por la pista hasta que la nieve se convierte en agua que corre por el camino, agua que también va desapareciendo a medida que avanzamos. 

Ya casi abajo, el camino vira primero a la izquierda y a unos 10 m. después a la derecha. Bajamos bordeando un pinar que dejamos a nuestra derecha. Cuando divisamos el coche, los pies se revuelven en las botas augurando su liberación. Las cabezas ya están liberadas, el paseo ha sido un chute de endorfinas que deberíamos recordar cuando se nos pegan las sábanas...


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