miércoles, 6 de agosto de 2014

De Mogarraz a Monforte: el camino del agua

Desde Morasverdes y por iniciativa de un grupo de vecinos y veraneantes (16) partimos a las 8:10 de la mañana en coche hacia Mogarraz con la idea de recorrer el Camino del Agua. Al llegar a La Alberca nos cruzamos con una romería de jóvenes (y menos jóvenes) en coche pitando compulsivamente y nos preguntamos si vendrían de fiesta a esas horas. Luego averiguamos que eran fiestas de Mogarraz y que el alboroto era parte de una tradición del pueblo.
El Camino del Agua comienza a la entrada del pueblo de Mogarraz, justo antes de la primera casa. Es difícil aparcar en el pueblo en estas fechas veraniegas y por eso, tras aparcar los coches, tenemos que retroceder para coger el camino. Empezamos bajando por un sendero de hormigón, que teniendo en cuenta el tamaño de las hormigas por estas lindes, os haréis a una idea de sus medidas. A pesar de haber leído que el sonido del agua acompaña durante todo el recorrido, nosotros no tuvimos muchas ocasiones para oirlo. 
El camino de hormigón se torna en una senda en la que para atravesar pequeños, pequeñisimos arroyos, han puesto piedras o apoyos. El agua no fluye en verano, pero se adivina que en otras épocas menos secas las piedras y apoyos son necesarios. Pronto llegamos al primer monumento del recorrido, algo parecido a una jaula de loro vacia. Tomamos fotos. La ruta tiene distintas esculturas de varios autores que a continuación citamos:
Pronto atravesamos el río del fondo del valle y comenzamos a subir hacia Monforte. En ocasiones la ruta enlaza con la carretera pero enseguida te lleva de nuevo a la senda. A medida que avanzamos el grupo se va estirando, y en algún momento no sabíamos si iban por delante o por detrás. En el recorrido se ven castaños, alisos, robles e incluso eucaliptos. En la zona de Monforte también se ven viñas, cerezos y algún manzano. Una vez en Monforte, bajamos de nuevo hasta el río, donde de nuevo hay un puente. 
En dicho puente el grupo se divide: unos optan por seguir el camino del agua original y otros por alargar un poco más el paseo por un desvío. Transcurridos unos metros nos damos cuenta de que posiblemente la opción corta sea más atractiva, ya que nosotros paseamos por una pista ancha sin demasiado interés. Los que optaron por seguir la ruta del agua llegaron a Mogarraz ascendiendo por el pueblo hacia la carretera principal; los demás llegamos por la parte alta del pueblo y enlazamos también con la carretera principal.

Tras juntarnos de nuevo todos y todas, Mogarraz nos sorprende no sólo por su original idea de colocar retratos de los antiguos moradores de las casas, sino porque son las fiestas del pueblo y una charanga nos acompaña hasta la plaza. 
Allí nos enteramos de que los jóvenes del pueblo habían salido temprano con los coches a buscar a la ganadería los dos toros-novillos que se torearían a la tarde, y que estaban a punto de llegar para meter los animales en el corral de la plaza. 
Allí mismo tomamos unas cañas para dar fin a la excursión, que parece ser que traerá otras consigo en las próximas semanas. Nosotros ya no estaremos para disfrutarlas pero dejamos en espera la Ruta de los Espejos y la Ruta de las Raíces.




martes, 5 de agosto de 2014

De Morasverdes a la Peña de Francia

Partimos en bicicleta desde Morasverdes, ese pueblecito que vio crecer a Edu hasta los diez años (ver post). Morasverdes está situado cerca de la sierra y tan sólo a 10 km. de donde comienza el Parque Natural de las Batuecas y de la Sierra de Francia. 
Pedaleamos en dirección a El Maillo, dejando a la derecha la finca de Mirat y el aeródromo. Antes de llegar a El Maillo nos desviamos en un cruce hacia Monsagro, por una carretera asfaltada pero muy poco transitada que transcurre entre pinares y matorral bajo aromático (tomillo, brezos, escoberas...). 
En este tramo de pinares Eduardo pudo avistar un jabato que se adentró en el bosque nada más oir el rodar de las bicicletas. La carretera va ascendiendo cómodamente hasta llegar a un cruce donde indica Monsagro a la izquierda; en ese punto comienza el descenso de un puerto con sinuosas curvas que ofrece unas bellas vistas del valle. 
En una de esas curvas paramos a ver una chabola de pastor hecha a la antigua usanza de la zona. Cuando llegamos a Monsagro hemos descendido aproximadamente los mismos metros que habíamos ascendido anteriormente, o sea, ¡"sufrir pa ná"!. Pero lo más duro está por llegar. Pasado Monsagro se indica: Peña de Francia 17 km. Para ese momento ya llevábamos 23 km, lo que significaba que la etapa iba a ser de 40 km. de ida.
Retomamos el ascenso, todavía con entusiasmo y fuerzas. Son las 10:20 de la mañana  y el calor no aprieta. Enseguida se ve la Peña al fondo y la carretera que va faldeando... La verdad es que ver lo que queda por recorrer no nos anima en exceso.
Tipi-tapa, tipi-tapa, llegamos al paso de los Lobos (1499 m.) donde enlazamos con la carretera que sube a la Peña desde pasado El Maillo. ¡Ya queda menos!. Volvemos a envalentonarnos. Transcurridas dos curvas del zig-zag se vuelve a divisar la larga subida que aún nos queda y los ánimos de Nuria se vienen abajo. Ya son alrededor de las 12 y el calor comienza a hacer mella en ella. Este es el tramo más duro del ascenso, llevamos ya casi cuarenta km en las piernas y unos 1200 m. de desnivel acumulado.
A la derecha de la carretera se ve el cartel de la Cueva de los Mosquitos y eso quiere decir que pronto se acaba el sufrimiento y que la hospedería del lugar nos espera para reponer fuerzas. ¡Por fin llegamos exhaustos, pero orgullosos de haber cumplido nuestro reto!
El santuario siempre está frecuentado por turistas y en estas fechas veraniegas más aún. En esta ocasión, después de hacer las fotos de rigor, entramos en la hospedería a tomar un refresco y un dulce que nos reponga un poco la energía gastada.

El regreso a Morasverdes es rápido y prácticamente cuesta abajo en su totalidad. Antes de llegar a El Maillo hay alguna que otra cuestecilla, que hace que tengamos que ir más despacio, lo que nos permite divisar las ruinas del conocido como "Convento de la Casa Baja". precede a una cuesta larga y prolongada tras pasar dicha localidad. 
Después de El Maillo nos espera otro obstáculo que salvar. Después de tantos kilómetros, subir la "Cuesta´el Aspera" a la una y media del mediodía y bajo el sol se convierte en un suplicio que se nos hace eterno. Una vez terminados los casi 2 kilómetros de la cuesta, llegar a Morasverdes es coser y cantar. En resumen, 63 km.,  1250 m. de desnivel y permiso en regla para darnos una buena comilona en casa Carmen.


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