viernes, 24 de junio de 2016

Las Hurdes | La Pesga

Para nuestro segundo día jurdano preparamos una circular "cerezolivarera" que desde Pinofranqueado va a recorrer las localidades de Casar de Palomero, La Pesga, Cambrocino y Caminomorisco. Si algo está ya de sobra comprobado es que en esta comarca, salgas hacia donde salgas, siempre es cuesta arriba. A estas horas de la mañana con el desayuno todavía en el gaznate, calentamos piernas en dirección Casar de Palomero, pasando por Azabal.
Los pueblos de la zona suelen estar a las faldas de una montaña y sus casas a veces están construidas en la ladera como si fuesen baldas, uno, dos, tres y hasta cuatro pisos de casa con dos entradas, una por arriba (acceso al último piso) y otra por debajo. Pasado Azabal enseguida llegamos a un cruce que indica a la derecha a Casar de Palomero, a la izquierda a Caminomorisco. Nosotros seguimos de frente por una carretera agraria que nos llevará igualmente a Casar de Palomero, pero disfrutando de los campos de olivos y cerezos.
En las lindes, la jara y otras aromáticas viajan por la pituitaria hasta la última neurona. No sé si el resto de los mortales disfrutan tanto con ciertos olores como lo hago yo, pero creo que pagaría por el bienestar que me aportan.
Llegamos a Casar de Palomero por la zona baja de la ladera y lo cruzamos por la avenida de los Angeles y la calle Corderos. Seguimos de frente hasta encontrar a la izquierda el indicador hacia Rivera Oveja.
La carretera es también tranquila. Tras parar un rato para contemplar un bonito molino llegamos a Rivera Oveja y seguimos hacia La Pesga. El río de los Ángeles pasea a nuestra izquierda cada vez más corpulento. Estamos llegando a los embalses de Gabriel y Galán. Una vez en la Pesga, paradita para recuperar azúcares en un bar del pueblo.
Bajamos hacia el río y cruzamos el puente. Aquí empieza el sufrimiento, al menos para mí. Otros se crecen con el calor, yo me derrito (como los bombones al sol).
Antes de llegar al cruce que nos llevaría a Cambroncino (ojo, la ‘m’ es importante), paramos en una sombra para hidratarnos por fuera y por dentro y tomar un poco de glucosa antes de que ataque la pájara. Tomamos el cruce hacia la izquierda, y seguimos subiendo. Aquí todos los pueblos están en alto. Pasamos al lado de la piscina natural de Cambroncino, una de las más pequeñas que he visto por la zona.
Bajamos y volvemos a subir hasta llegar a Caminomorisco donde cambiamos la glucosa por un bocata de jamón que resucitaría a muertos. ¡Qué rico sabe todo después de hacer ejercicio! Ya no queda nada, pasamos por otro pueblito, Mesegal, que está prácticamente en Pinofranqueado. ¡Por fin de nuevo en el camping! Es hora de comer, después de 42 km de sube y baja, creo que nos merecemos un buen menú.

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