Este domingo nos hemos dirigido a Otzaurte para ascender al Aizkorri por la ermita de Sancti Spiritu y bajar por el túnel de San Adrián, completando así una bonita circular.
En Otzaurte cogimos un desvío a la izquierda y tras recorrer unos 5 kilómetros, dejamos el coche en el parking habilitado en la misma pista, cerca del collado de Aldaola. Desde allí nos dirigimos hacia refugio de los mikeletes, otrora encargados de vigilar el transitado camino medieval que atraviesa el túnel de San Adrián.
Continuamos ascendiendo por una senda paralela a la valla de espino, dejando a nuestra izquierda el sendero que se dirige al túnel. En 10 minutos llegamos a la ermita de Sancti Spiritu y seguimos nuestro camino hasta cruzar por el paso al otro lado de la valla.
En esta zona el existen varias opciones para dirigirse al Aizkorri. Nosotros seguimos las señales de pintura amarilla de la maratón. La inclinación de la senda permite hacer unos extraordinarios selfies, aunque claro, para conseguir buenos resultados es preciso haber entrenado durante toda una vida.
Una vez se abandona el bosque de hayas, la senda, adornada con montones de eguzkiloreak, se va haciendo cada vez más aérea y las vistas son extraordinarias.
Tras las fotos de rigor en la cumbre, unos frutos secos y el chocolate del Jordi (¡que no falte!) comenzamos el descenso, que durante unos minutos transcurre por la misma senda de la subida. Dejamos a un lado el cruce de Zalduondo y continuamos la senda que pasa al lado de la cima de Aiztontor Altuna (1451).
Después de un tropezón que nos pudo costar un disgusto, llegamos al túnel de San Adrián, un paraje espectacular que no deja a nadie indiferente.
Desde el túnel nos dirigimos de nuevo a la casa de mikeletes, donde tomamos una senda diferente para regresar al coche.
Y como siempre, tras la caminata el merecido premio. En esta ocasión en la venta de Otzaurte, donde una simpática murciana nos aconsejó saciar nuestros desesperados estómagos con unas buenas dosis de colesterol.
En Otzaurte cogimos un desvío a la izquierda y tras recorrer unos 5 kilómetros, dejamos el coche en el parking habilitado en la misma pista, cerca del collado de Aldaola. Desde allí nos dirigimos hacia refugio de los mikeletes, otrora encargados de vigilar el transitado camino medieval que atraviesa el túnel de San Adrián.
Continuamos ascendiendo por una senda paralela a la valla de espino, dejando a nuestra izquierda el sendero que se dirige al túnel. En 10 minutos llegamos a la ermita de Sancti Spiritu y seguimos nuestro camino hasta cruzar por el paso al otro lado de la valla.
En esta zona el existen varias opciones para dirigirse al Aizkorri. Nosotros seguimos las señales de pintura amarilla de la maratón. La inclinación de la senda permite hacer unos extraordinarios selfies, aunque claro, para conseguir buenos resultados es preciso haber entrenado durante toda una vida.
Una vez se abandona el bosque de hayas, la senda, adornada con montones de eguzkiloreak, se va haciendo cada vez más aérea y las vistas son extraordinarias.
Tras las fotos de rigor en la cumbre, unos frutos secos y el chocolate del Jordi (¡que no falte!) comenzamos el descenso, que durante unos minutos transcurre por la misma senda de la subida. Dejamos a un lado el cruce de Zalduondo y continuamos la senda que pasa al lado de la cima de Aiztontor Altuna (1451).
Después de un tropezón que nos pudo costar un disgusto, llegamos al túnel de San Adrián, un paraje espectacular que no deja a nadie indiferente.
Desde el túnel nos dirigimos de nuevo a la casa de mikeletes, donde tomamos una senda diferente para regresar al coche.
Y como siempre, tras la caminata el merecido premio. En esta ocasión en la venta de Otzaurte, donde una simpática murciana nos aconsejó saciar nuestros desesperados estómagos con unas buenas dosis de colesterol.