Suena el despertador a las 6:00 de la mañana. Todavía no sé que se nos habrá perdido en la Mesa de los Tres Reyes para madrugar tanto. Tras un buen desayuno en el camping de Zuriza, salimos en coche por una pista asfaltada hacia el refugio de Linza. Comenzamos a andar a las 7:05.
Desde el refugio no se divisa la cima, lo que nos da una idea de la caminata que nos espera. Empezamos la subida por una senda flanqueada por prados llenos de flores amarillas y algún que otro iris... Desde aquí se ve el Gamoeta. En la primera curva hacia la izquierda, divisamos al fondo un arroyo que cruzamos. Desde este punto ya vemos el Petretxema.
Seguimos ascendiendo y llegamos a una zona más rocosa antes de virar a la izquierda de nuevo donde parte el camino hacia el Petretxema, que dejamos a la derecha. Desde aquí, podemos ver ya la cima de la Mesa.
Más adelante nos adentramos en un paisaje kárstico, donde a penas hay vegetación. El camino está marcado por innumerables hitos, tantos que a veces hacen difícil saber por donde ir. Tras este tramo paramos para reponer fuerzas e hidratarnos. El sol comienza a calentar. La cima todavía se ve lejos. Proseguimos el ascenso por un camino rocoso, atravesando algún nevero, hasta llegar al collado de la Mesa.
En este punto, nos damos cuenta de que sólo eran tres reyes, y que nosotros somos cuatro. Jordi se ofrece a esperarnos en el collado, no vaya a ser que no nos dejen entrar a los cuatro. El último tramo es empinado y hay que trepar. El camino no está claro en algunos tramos.
Por fin llegamos a la cima, donde parece ser que había muchos más que Tres Reyes, a decir verdad no se podía dar un paso sin pisar a alguien. Como esto siga así vamos a tener que empezar a sacar entradas numeradas para subir al monte. Después de las fotos de rigor en la cima, comenzamos el descenso, con mucho cuidado. Siempre resulta más fácil avistar el camino en la bajada.
Jordi guía la destrepada desde abajo. Para Nuria empieza el sufrimiento, ¡bajar!. Paramos para comer un poco, o un mucho antes del karst. Parece que vinieramos de una romería, la senda está concurrida por los que ya bajamos y por otros que no han madrugado tanto y todavía están subiendo.
La bajada se hace larga y pesada pero Eduardo y Jordi la amenizan con un repertorio de canciones de lo más retro. Pensar en la Venta de Juan Pito y las migas de pastor que nos esperan para la cena, nos da fuerzas para seguir el descenso.
Al final llegamos a Linza donde refrescamos el gaznate con unas buenas cañas. ¡Otra aventurilla para contar!
Desde el refugio no se divisa la cima, lo que nos da una idea de la caminata que nos espera. Empezamos la subida por una senda flanqueada por prados llenos de flores amarillas y algún que otro iris... Desde aquí se ve el Gamoeta. En la primera curva hacia la izquierda, divisamos al fondo un arroyo que cruzamos. Desde este punto ya vemos el Petretxema.
Seguimos ascendiendo y llegamos a una zona más rocosa antes de virar a la izquierda de nuevo donde parte el camino hacia el Petretxema, que dejamos a la derecha. Desde aquí, podemos ver ya la cima de la Mesa.
Más adelante nos adentramos en un paisaje kárstico, donde a penas hay vegetación. El camino está marcado por innumerables hitos, tantos que a veces hacen difícil saber por donde ir. Tras este tramo paramos para reponer fuerzas e hidratarnos. El sol comienza a calentar. La cima todavía se ve lejos. Proseguimos el ascenso por un camino rocoso, atravesando algún nevero, hasta llegar al collado de la Mesa.
En este punto, nos damos cuenta de que sólo eran tres reyes, y que nosotros somos cuatro. Jordi se ofrece a esperarnos en el collado, no vaya a ser que no nos dejen entrar a los cuatro. El último tramo es empinado y hay que trepar. El camino no está claro en algunos tramos.
Por fin llegamos a la cima, donde parece ser que había muchos más que Tres Reyes, a decir verdad no se podía dar un paso sin pisar a alguien. Como esto siga así vamos a tener que empezar a sacar entradas numeradas para subir al monte. Después de las fotos de rigor en la cima, comenzamos el descenso, con mucho cuidado. Siempre resulta más fácil avistar el camino en la bajada.
Jordi guía la destrepada desde abajo. Para Nuria empieza el sufrimiento, ¡bajar!. Paramos para comer un poco, o un mucho antes del karst. Parece que vinieramos de una romería, la senda está concurrida por los que ya bajamos y por otros que no han madrugado tanto y todavía están subiendo.
La bajada se hace larga y pesada pero Eduardo y Jordi la amenizan con un repertorio de canciones de lo más retro. Pensar en la Venta de Juan Pito y las migas de pastor que nos esperan para la cena, nos da fuerzas para seguir el descenso.
Al final llegamos a Linza donde refrescamos el gaznate con unas buenas cañas. ¡Otra aventurilla para contar!
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