domingo, 7 de diciembre de 2014

Ganalto desde Aperregi

Llegamos a Aperregi no muy temprano. Hace frío y vamos pertrechados con paraguas, chubasqueros y una buena dosis de optimismo. ¡A mal tiempo buena cara! Tras aparcar al final del pueblo, nos dirigimos por un camino que tiene una cancela para el ganado. Tras la cancela el camino empieza a ascender serpenteando. El camino esta mojado pero no muy embarrado ya que en algunas zonas es roca. Una vez llegamos a la parte alta de la sierra Badaya giramos hacia la izquierda, cogiendo el camino que va bordeando de alguna manera la loma. En esta zona sin apenas hay ascenso, hay restos de nieve de los día pasados. Jordi aprovecha para probar la resistencia al barro de sus pantalones. Seguimos llaneando un buen rato hasta llegar a la cruz del Ganalto. El día está muy nublado y es una pena que no podamos ver el paisaje... ¡Otro día será!. Si queréis haceros una idea de las posibilidades de la zona con buen tiempo, podéis ver estas otras fotos de "zapateando". Pues eso, el mal tiempo trae consigo una apresurada ingesta de mandarinas y un traguito de café caliente que han preparado con esmero Txelo y Jordi... Tras engañar los estómagos empezamos el descenso... ¡Menos mal que el vermú-pote txokero por los pueblos de la zona (Ametzaga, Bitoriano y Sarria) nos está esperando!


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martes, 11 de noviembre de 2014

Mirutegi y Baio

Hoy muy temprano han abierto la  puerta de mi habitación y al minuto me he percatado de que no era un sábado al uso. Enseguida, me han llamado y al ver que se abría el capó del coche, no cabía en mí de júbilo. Me ha costado un poco dar el salto al maletero, en parte por los nervios y en parte porque estoy un poco gordita. Al parecer me llevan al monte, bueno a dos... ¡qué aventura! 
Tras una corta siesta, la puerta se ha vuelto a abrir y cuál ha sido mi sorpresa que he aparecido en un pueblo lleno de perros alborotadores.  Les he oído decir que era San Román de San Millán (bueno, uno ladraba en euskera y decía Durruma Donemiliaga). Jordi no ha venido con nosotros; esta semana lo he notado un poco bajo de energías. Andará "pa_chucho". Txelo ha venido con esos otros dos que a veces vienen a casa y juegan conmigo.
La ruta comienza en el pueblo y está bien señalizada. Enseguida hemos comenzado a subir (como siempre) por una pista. Los olores del otoño y de otros colegas que han marcado su territorio previamente me han mantenido muy entretenida. A veces oía: ¡Lluna, seu! y me hacían una foto. La verdad, no acabo de entender por qué esa manía de ir siempre hacia arriba. A una le pesan los años y también los kilos... De pronto hemos dejado la pista para coger un sendero a la izquierda...
La cosa se ha puesto más interesante; algún excremento de animal de olor exquisito, un barrizal de primera categoría para embadurnarme a placer, algún riachuelo para refrescarme las patas y el gaznate... La cuesta cada vez más pronunciada, se interna en un bosque de hayas con el suelo cubierto de hojarasca. ¡Qué delicia el sonido de las hojas secas bajo mis pezuñas! Esto se merece otro revolcón... ¡Qué delicioso perfume!
Al salir del hayedo, no contentos con llevarme con la lengua fuera, he tenido que hacer virguerías caninas para trepar por unas rocas, y eso que tengo cuatro patas. No sé cómo lo hacen ellos sobre dos. Al llegar arriba, para mi grata sorpresa, encontramos unos prados donde he podido corretear todo lo que he querido (bueno, mejor dicho, todo lo que he podido). El viento me ha peinado bien la melena... ¡qué guapa me he puesto! 
Txelo me ha atado al lado de una cruz... le da miedo que me caiga  por un cortado.  Tras las fotos de rigor en la cumbre del Mirutegi (1166), nos hemos dirigido al Baio (1198)... Bueno, creo que se llamaban así... A mí la verdad es que me da igual, pero Eduardo le da mucha importancia a eso de los nombres y no hacía más que repetírmelo.  Tras cinco minutos de contemplar el paisaje (¡qué aburrimiento!) empezamos el camino de vuelta. 
Hemos parado un rato al lado de un tronco caído y Eduardo me ha dado unas galletas y un poco de agua. Me cae bien ese tipo. Luego en el camino de vuelta hemos jugado un rato al "corre que te pillo". Aunque todo hay que decirlo, me ha vuelto loca con tanta foto. Igual es que me van a hacer mendigüevera honorífica del Arabamendi. 
Al llegar a casa Jordi ha salido a recibirnos. Lo he encontrado mucho mejor que los días pasados y ha dicho no sé qué de butifarras y huevos fritos, pero yo ya no estaba para más fiestas, así es que les he dejado a su aire...

¡Guau!
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domingo, 26 de octubre de 2014

Beriain y Ihurbain por el portillo de Uharte

El domingo quedamos bien temprano para ir a comer los huevos fritos de costumbre... Pero antes, para justificar nuestra gula (ya nos llaman los “mendigüeveros”), nos dirigimos a  Uharte Arakil, desde donde subimos al Beriain (San Donato) y al Ihurbain. Podemos decir sin temor a equivocarnos que nos encontramos ante una de las de las rutas más emblemáticas de Euskal Herria. 
Llegamos a Uharte Arakil sobre las 8:00 y, nos dirigimos al barrio sur del pueblo, al otro lado de la autovía y del ferrocarril. Luego continuamos en coche por un camino de piedras que sale a la izquierda de la calle principal. Más adelante tomamos un camino a la derecha atravesando un vado ganadero. Continuamos aproximadamente un kilómetro hasta una campa donde se pierde el camino...
Es el momento de dejar el vehículo y comenzar una dura ascensión de más de 1000 metros de desnivel. Este es quizás el tramo más peligroso de la ruta, ya que el camino discurre entre varios puestos de palomeros...
La senda no tiene pérdida. Tras atravesar un par de pedrizas se adentra en un precioso bosque de hayas que nos proporcionan una sombra que se agradece en este poco habitual mes de octubre.
Justo antes de salir del arbolado llegamos al cruce desde donde sale el último tramo de la ya consagrada cita montañera denominada "Km Bertikala" o kilómetro vertical. Nosotros no estamos para aventuras y continuamos por la senda que se dirige al Berian por el portillo de Uharte.
Tras abandonar las últimas hayas salimos a una faja que nos lleva, tras superar el portillo, a una extraordinaria campa cimera desde donde se divisa ya (si no hay niebla) la ermita de San Donato (1493 m.).
Desde el Berain nos dirigimos por el raso cimero hacia el Ihurbain. Las vistas de Aralar, Andía, Urbasa y la propia Sakana son extraordinarias, aunque el ansia viva por dar buena cuenta de la pulgas de txorizo que Nuria porta en su mochila,  distrae nuestra atención.
Antes de iniciar el regreso a Beriain y comenzar el descenso dimos buena cuenta de las pulgas txoriceras, el chocolate, el café y las pastas (¿habrá txupito la próxima?)... Teníamos que tener suficiente energía como para llegar a Lakuntza, donde nos esperaba el merecido almuerzo dominical.
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sábado, 6 de septiembre de 2014

Aizkorri por la ermita de Sancti Spiritu


Este domingo nos hemos dirigido a Otzaurte para ascender al Aizkorri por la ermita de Sancti Spiritu y bajar por el túnel de San Adrián, completando así una bonita circular. 
En Otzaurte cogimos un desvío a la izquierda y tras recorrer unos 5 kilómetros, dejamos el coche en el parking habilitado en la misma pista, cerca del collado de Aldaola. Desde allí nos dirigimos hacia refugio de los mikeletes, otrora encargados de vigilar el transitado camino medieval que atraviesa el túnel de San Adrián.
Continuamos ascendiendo por una senda paralela a la valla de espino, dejando a nuestra izquierda el sendero que se dirige al túnel. En 10 minutos llegamos a la ermita de Sancti Spiritu y seguimos nuestro camino hasta cruzar por el paso al otro lado de la valla.
En esta zona el existen varias opciones para dirigirse al Aizkorri. Nosotros seguimos las señales de pintura amarilla de la maratón. La inclinación de la senda permite hacer unos extraordinarios selfies, aunque claro, para conseguir buenos resultados es preciso haber entrenado durante toda una vida.
Una vez se abandona el bosque de hayas, la senda, adornada con montones de eguzkiloreak, se va haciendo cada vez más aérea y las vistas son extraordinarias.
Tras las fotos de rigor en la cumbre, unos frutos secos y el chocolate del Jordi (¡que no falte!) comenzamos el descenso, que durante unos minutos transcurre por la misma senda de la subida. Dejamos a un lado el cruce de Zalduondo y continuamos la senda que pasa al lado de la cima de Aiztontor Altuna (1451).
Después de un tropezón que nos pudo costar un disgusto, llegamos al túnel de San Adrián, un paraje espectacular que no deja a nadie indiferente.
Desde el túnel nos dirigimos de nuevo a la casa de mikeletes, donde tomamos una senda diferente para regresar al coche.
Y como siempre, tras la caminata el merecido premio. En esta ocasión en la venta de Otzaurte, donde una simpática murciana nos aconsejó saciar nuestros desesperados estómagos con unas buenas dosis de colesterol.



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miércoles, 6 de agosto de 2014

De Mogarraz a Monforte: el camino del agua

Desde Morasverdes y por iniciativa de un grupo de vecinos y veraneantes (16) partimos a las 8:10 de la mañana en coche hacia Mogarraz con la idea de recorrer el Camino del Agua. Al llegar a La Alberca nos cruzamos con una romería de jóvenes (y menos jóvenes) en coche pitando compulsivamente y nos preguntamos si vendrían de fiesta a esas horas. Luego averiguamos que eran fiestas de Mogarraz y que el alboroto era parte de una tradición del pueblo.
El Camino del Agua comienza a la entrada del pueblo de Mogarraz, justo antes de la primera casa. Es difícil aparcar en el pueblo en estas fechas veraniegas y por eso, tras aparcar los coches, tenemos que retroceder para coger el camino. Empezamos bajando por un sendero de hormigón, que teniendo en cuenta el tamaño de las hormigas por estas lindes, os haréis a una idea de sus medidas. A pesar de haber leído que el sonido del agua acompaña durante todo el recorrido, nosotros no tuvimos muchas ocasiones para oirlo. 
El camino de hormigón se torna en una senda en la que para atravesar pequeños, pequeñisimos arroyos, han puesto piedras o apoyos. El agua no fluye en verano, pero se adivina que en otras épocas menos secas las piedras y apoyos son necesarios. Pronto llegamos al primer monumento del recorrido, algo parecido a una jaula de loro vacia. Tomamos fotos. La ruta tiene distintas esculturas de varios autores que a continuación citamos:
Pronto atravesamos el río del fondo del valle y comenzamos a subir hacia Monforte. En ocasiones la ruta enlaza con la carretera pero enseguida te lleva de nuevo a la senda. A medida que avanzamos el grupo se va estirando, y en algún momento no sabíamos si iban por delante o por detrás. En el recorrido se ven castaños, alisos, robles e incluso eucaliptos. En la zona de Monforte también se ven viñas, cerezos y algún manzano. Una vez en Monforte, bajamos de nuevo hasta el río, donde de nuevo hay un puente. 
En dicho puente el grupo se divide: unos optan por seguir el camino del agua original y otros por alargar un poco más el paseo por un desvío. Transcurridos unos metros nos damos cuenta de que posiblemente la opción corta sea más atractiva, ya que nosotros paseamos por una pista ancha sin demasiado interés. Los que optaron por seguir la ruta del agua llegaron a Mogarraz ascendiendo por el pueblo hacia la carretera principal; los demás llegamos por la parte alta del pueblo y enlazamos también con la carretera principal.

Tras juntarnos de nuevo todos y todas, Mogarraz nos sorprende no sólo por su original idea de colocar retratos de los antiguos moradores de las casas, sino porque son las fiestas del pueblo y una charanga nos acompaña hasta la plaza. 
Allí nos enteramos de que los jóvenes del pueblo habían salido temprano con los coches a buscar a la ganadería los dos toros-novillos que se torearían a la tarde, y que estaban a punto de llegar para meter los animales en el corral de la plaza. 
Allí mismo tomamos unas cañas para dar fin a la excursión, que parece ser que traerá otras consigo en las próximas semanas. Nosotros ya no estaremos para disfrutarlas pero dejamos en espera la Ruta de los Espejos y la Ruta de las Raíces.




martes, 5 de agosto de 2014

De Morasverdes a la Peña de Francia

Partimos en bicicleta desde Morasverdes, ese pueblecito que vio crecer a Edu hasta los diez años (ver post). Morasverdes está situado cerca de la sierra y tan sólo a 10 km. de donde comienza el Parque Natural de las Batuecas y de la Sierra de Francia. 
Pedaleamos en dirección a El Maillo, dejando a la derecha la finca de Mirat y el aeródromo. Antes de llegar a El Maillo nos desviamos en un cruce hacia Monsagro, por una carretera asfaltada pero muy poco transitada que transcurre entre pinares y matorral bajo aromático (tomillo, brezos, escoberas...). 
En este tramo de pinares Eduardo pudo avistar un jabato que se adentró en el bosque nada más oir el rodar de las bicicletas. La carretera va ascendiendo cómodamente hasta llegar a un cruce donde indica Monsagro a la izquierda; en ese punto comienza el descenso de un puerto con sinuosas curvas que ofrece unas bellas vistas del valle. 
En una de esas curvas paramos a ver una chabola de pastor hecha a la antigua usanza de la zona. Cuando llegamos a Monsagro hemos descendido aproximadamente los mismos metros que habíamos ascendido anteriormente, o sea, ¡"sufrir pa ná"!. Pero lo más duro está por llegar. Pasado Monsagro se indica: Peña de Francia 17 km. Para ese momento ya llevábamos 23 km, lo que significaba que la etapa iba a ser de 40 km. de ida.
Retomamos el ascenso, todavía con entusiasmo y fuerzas. Son las 10:20 de la mañana  y el calor no aprieta. Enseguida se ve la Peña al fondo y la carretera que va faldeando... La verdad es que ver lo que queda por recorrer no nos anima en exceso.
Tipi-tapa, tipi-tapa, llegamos al paso de los Lobos (1499 m.) donde enlazamos con la carretera que sube a la Peña desde pasado El Maillo. ¡Ya queda menos!. Volvemos a envalentonarnos. Transcurridas dos curvas del zig-zag se vuelve a divisar la larga subida que aún nos queda y los ánimos de Nuria se vienen abajo. Ya son alrededor de las 12 y el calor comienza a hacer mella en ella. Este es el tramo más duro del ascenso, llevamos ya casi cuarenta km en las piernas y unos 1200 m. de desnivel acumulado.
A la derecha de la carretera se ve el cartel de la Cueva de los Mosquitos y eso quiere decir que pronto se acaba el sufrimiento y que la hospedería del lugar nos espera para reponer fuerzas. ¡Por fin llegamos exhaustos, pero orgullosos de haber cumplido nuestro reto!
El santuario siempre está frecuentado por turistas y en estas fechas veraniegas más aún. En esta ocasión, después de hacer las fotos de rigor, entramos en la hospedería a tomar un refresco y un dulce que nos reponga un poco la energía gastada.

El regreso a Morasverdes es rápido y prácticamente cuesta abajo en su totalidad. Antes de llegar a El Maillo hay alguna que otra cuestecilla, que hace que tengamos que ir más despacio, lo que nos permite divisar las ruinas del conocido como "Convento de la Casa Baja". precede a una cuesta larga y prolongada tras pasar dicha localidad. 
Después de El Maillo nos espera otro obstáculo que salvar. Después de tantos kilómetros, subir la "Cuesta´el Aspera" a la una y media del mediodía y bajo el sol se convierte en un suplicio que se nos hace eterno. Una vez terminados los casi 2 kilómetros de la cuesta, llegar a Morasverdes es coser y cantar. En resumen, 63 km.,  1250 m. de desnivel y permiso en regla para darnos una buena comilona en casa Carmen.


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sábado, 26 de julio de 2014

Mesa de los Tres Reyes

Suena el despertador a las 6:00 de la mañana. Todavía no sé que se nos habrá perdido en la Mesa de los Tres Reyes para madrugar tanto. Tras un buen desayuno en el camping de Zuriza, salimos en coche por una pista asfaltada hacia el refugio de Linza. Comenzamos a andar a las 7:05. 
Desde el refugio no se divisa la cima, lo que nos da una idea de la caminata que nos espera. Empezamos la subida por una senda flanqueada por prados llenos de flores amarillas y algún que otro iris... Desde aquí se ve el Gamoeta.  En la primera curva hacia la izquierda, divisamos al fondo un arroyo que cruzamos. Desde este punto ya vemos el Petretxema.
Seguimos ascendiendo y llegamos a una zona más rocosa antes de virar a la izquierda de nuevo donde parte el camino hacia el Petretxema, que dejamos a la derecha. Desde aquí, podemos ver ya la cima de la Mesa.
Más adelante nos adentramos en un paisaje kárstico, donde a penas hay vegetación. El camino está marcado por innumerables hitos, tantos que a veces hacen difícil saber por donde ir. Tras este tramo paramos para reponer fuerzas e hidratarnos. El sol comienza a calentar. La cima todavía se ve lejos. Proseguimos el ascenso por un camino rocoso, atravesando algún nevero, hasta llegar al collado de la Mesa.
En este punto, nos damos cuenta de que sólo eran tres reyes, y que nosotros somos cuatro. Jordi se ofrece a esperarnos en el collado, no vaya a ser que no nos dejen entrar a los cuatro. El último tramo es empinado y hay que trepar. El camino no está claro en algunos tramos.
Por fin llegamos a la cima, donde parece ser que había muchos más que Tres Reyes, a decir verdad no se podía dar un paso sin pisar a alguien. Como esto siga así vamos a tener que empezar a sacar entradas numeradas para subir al monte. Después de las fotos de rigor en la cima, comenzamos el descenso, con mucho cuidado. Siempre resulta más fácil avistar el camino en la bajada.
Jordi guía la destrepada desde abajo. Para Nuria empieza el sufrimiento, ¡bajar!. Paramos para comer un poco, o un mucho antes del karst. Parece que vinieramos de una romería, la senda está concurrida por los que ya bajamos y por otros que no han madrugado tanto y todavía están subiendo.
La bajada se hace larga y pesada pero Eduardo y Jordi la amenizan con un repertorio de canciones de lo más retro. Pensar en la Venta de Juan Pito y las migas de pastor que nos esperan para la cena, nos da fuerzas para seguir el descenso.
Al final llegamos a Linza donde refrescamos el gaznate con unas buenas cañas. ¡Otra aventurilla para contar!
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